El dios Pan se enamoró de Sirinx
o Siringa, ninfa de Arcadia e hija del río Ladón, que acompañaba a Diana en la
caza. Bajando del monte Liceo cautivó a Pan, que poco delicado, laceraba los
castos oídos de la ninfa con lúbricos discursos amorosos. La persiguió hasta
que se detuvo entre los espesos cañares a orillas del río. Cuando el enamorado
e impúdico dios iba a abrazar a la desesperada ninfa, su padre, el río, la
transformó en cañaveral. Pan, burlado, solo pudo abrazar un puñado de cañas que
agitadas por el viento repetían sus lamentos. Al instante el dios despechado
concibió la idea de formar con aquellas cañas una flauta que suspirase bajo sus
labios y repitiese los acentos que su desgraciado amor le hacían exhalar. Así
construyó la primera flauta de siete tubos a la que dio el nombre de la ninfa.
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