En la mitología clásica el Heliotropium eurapaeum, o tornasol, fue dedicada a Apolo. Cuenta el mito que ese dios abandonó a su amante Clitia o Clitye, hija de Océano y de Tetis, por su hermana Leucotea. Clitia, celosa, ordenó la muerte de Leucotea, pero con ello no recobró el amor de Apolo. Abatida y arrepentida de su traición se echó en la tierra, suelto el cabello y con la mirada en el sol, se dejó morir de hambre. Apolo, consternado la transformó en heliotropo, o tornasol de los griegos, planta que siempre gira hacia su bien amado, el sol, como si del mismo Apolo se tratara, recordando de esta manera ese amor desgraciado.
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