Muérdago
Pero en todo el mundo se le conoce como Viscum álbum
En el bosque de los Carnutos, considerado el centro de las
galias donde residían los colegios druídicos, cerca de Chartres, los sacerdotes
celtas, los druidas, realizaban el sacrificio del “gui l´an neuf” con mucha
ceremonia en diciembre, el mes sacro, el sexto día de la luna después del
solsticio de invierno. Y el primer día del año se distribuían las ramas entre
el pueblo exclamando “al muérdago, al muérdago, que es año nuevo”.
Otros autores aseguran que los druidas ponían el muérdago en
agua, y era esa agua lustral lo que distribuían.
Se creía que el agua santificada preservaba de cualquier
veneno, curaba todo tipo de enfermedades y sortilegios, y daba fecundidad a los
animales estériles, convirtiéndose en símbolo del sacrificio, de la
regeneración y restauración de la familia.
Quedaron vestigios de esa costumbre por toda Francia,
especialmente en Bretaña, donde la madrugada del año nuevo los pobres iban
pidiendo el aguinaldo al mismo grito de “a gui l´an neuf”, expresión de la que,
según Bescherelle, deriva el nombre francés de aguignettes, y el español de
aguinaldo.
Hoy día son los niños los que llevan consigo un ramillete de
“gui” (muérdago) para pedir la gratificación.
En la antigua Roma, el 25 de diciembre se celebraban las
Natalicias, fiestas del natalicio del sol (solsticio de invierno), en honor a
los dioses que presidían el nacimiento, y se decoraban las casas con ramitas de
muérdago.
También se adornaban con él muros de templos y habitaciones,
y todavía hoy en Nochebuena se cuelga del techo de multitud de hogares
anglosajones.